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Los seis pasos de Isaac Asimov para lograrlo todo en la vida

Asimov fue un escritor estadounidense de origen ruso, cuyos conocimientos de bioquímica le permitieron hacer una mezcla interesante y trascendental en ambos mundos, entre Ciencia y Literatura. Desarrolla esta especie de tratado para escritores, pero con un poco de criterio puede aplicarse para cualquier actividad en la vida.
F.S.
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Isaac Asimov fue una de las personas más inteligentes de su tiempo, pero lo que más impresionaba a la gente era su capacidad creadora. ¿Cómo se organizaba? He aquí su respuesta en seis pasos.

1. Nunca dejar de aprender

El campo de intereses de Isaac Asimov fue sumamente amplio y así se reflejó en su obra: la historia de Roma, la historia de la química, literatura, mitología, religión, astronomía y varios ámbitos de conocimiento más. Él mismo no fue sólo un escritor (por más que esto, en su caso, es por sí mismo admirable) sino también doctor en bioquímica por la Universidad de Columbia. Esa curiosidad insaciable es, sin duda, uno de los elementos decisivos para tener siempre algo qué decir y, además, para decirlo a partir de una amplitud de horizontes: con riqueza, creatividad, sentido crítico. Por último, es un claro ejemplo de que la instrucción escolarizada no es la única posible. Al respecto de este rasgo de su personalidad, Asimov llegó a decir:

No habría podido escribir la variedad de libros que completé únicamente con el conocimiento que obtuve en la escuela. Tuve que mantener un programa autodidacta de educación. Mi biblioteca de libros de referencia creció y me di cuenta de que tendría que esforzarme en ellos por mi miedo constante de malentender un aspecto que para alguien experto en el tema le parecería una simpleza.

2. No te obsesiones con los posibles bloqueos

En los proyectos creativos puede ser más o menos normal o previsible que el flujo de trabajo llegue a un punto de bloqueo o de interrupción forzada. Con todo, la creatividad auténtica no se detiene realmente. En el caso de Asimov, la solución a esos bloqueos es simple: pasar a otro cosa.
No me quedo mirando las hojas en blanco. No paso mis días y mis noches acariciando una cabeza vacía de ideas. En vez de eso, simplemente dejo la novela y acudo a cualquiera de la docena de proyectos que tengo pendientes. Escribo una editorial, un ensayo, un cuento o trabajo en mis libros de no-ficción. Para cuando me canso de esto, mi mente es capaz de realizar su trabajo y recuperarse. Regreso a mi novela y me doy cuenta de que puedo escribir con facilidad.

3. No ignores tus temores, pero tampoco les brindes más atención de la que merecen

El trabajo creativo viene acompañado, con cierta frecuencia, de miedo. Hay quien teme fracasar, hay quien teme no ser tan bueno como sus predecesores, temor a la crítica, al rechazo, etc. Asimov llamó “resistencia” a este cúmulo de dudas al respecto de la creatividad propia. Con todo, si se desea hacer algo, es necesario vencer dicha resistencia, de lo contrario, nunca se emprenderá nada.
El escritor ordinario está destinado a ser asaltado por las inseguridades conforme escribe. ¿La frase que acaba de crear es sensata? ¿Está tan bien expresada como podría? ¿Sería mejor si estuviera escrita de forma diferente? El escritor ordinario está, por lo tanto, siempre revisando, siempre cortando y cambiando, siempre tratando de expresarse diferentes maneras y, por lo que sé, nunca está completamente satisfecho.
¿Quieres ser ordinario o extraordinario en lo que haces? ¿Quieres seguir soñando con algo perfecto, y nunca realizarlo, o hacer algo lo mejor posible, pero hacerlo?

4. Revisa tus estándares

En el sentido del punto anterior, es recomendable que pienses si los criterios y estándares desde los cuales consideras tu propio trabajo. Si eres el juez más terrible de tu propio labor, es posible que entonces nunca te permitas emprender o consumar algo, pues nunca estarás satisfecho con tus resultados. El consejo de Asimov es sencillo:
Un escritor puede sentarse y dudar de la calidad de su escritura. O puede amar su propia escritura. Yo la amo.
Aunque puede sonar un tanto abstracto o ambiguo, el amor es la mejor forma de aproximarnos a todo lo que hacemos. Por lo demás, como reza la frase, “Roma no se hizo en un día”, es decir, si es el caso que puedes realizar una obra maestra, la única manera de hacerlo es experimentando, practicando, equivocándote, aprendiendo de tus errores, aceptando tus limitaciones y creyendo en tus capacidades.

5. Haz más de lo que haces

Para el momento en que determinado libro se publica, el escritor no tiene mucho tiempo para preocuparse de cómo será recibido o si se venderá. Para entonces ya habrá vendido muchos otros y está trabajando en otros: eso es lo que le preocupa. Y eso intensifica la paz y la calma en su vida.
Paradójicamente, en nuestra época estamos habituados a “hacer mucho” pero, en última instancia, sentimos que en realidad no hacemos nada. Parece, sin embargo, que más que hacer mucho, tenemos divida nuestra atención en muchas cosas, con lo cual nos saboteamos a nosotros mismos, pues el multitasking que tanto se fomenta ahora se convierte, también, en angustia y estrés. Cuando Asimov nos insta a “hacer más” se refiere a obras sustanciales, de esas que realizamos con interés, empeño, gusto y entusiasmo –y no sólo a distraernos con Facebook mientras se supone que escribíamos.

6. El secreto final…

Una vez, un amigo, colega escritor, le preguntó a Asimov de dónde obtenía sus ideas; éste respondió:
Pienso y pienso y pienso hasta que estoy listo para matarme. ¿O creías que es fácil tener una buena idea?
La declaración suena un tanto radical, pero quizá nos parece así porque no estamos habituados a actuar con valentía, arrojo ni determinación; no creemos que en eso que de verdad deseamos y queremos hacer para nuestra vida debería estar puesto todo lo que somos, todas nuestras capacidades, todos nuestros conocimientos, nuestra energía, toda nuestra atención, pues sólo así es posible crear algo que no existe, que necesitamos construir por nosotros mismos, por la sencilla razón de que se trata de algo que cada uno de nosotros quiere, y que sólo encontraremos satisfactorio luego de esa realización paulatina, apasionada, ardua, profundamente personal.

Tomado de nalgasylibros.com


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